PILATES DEL CALIBRE

Sonó el telefonillo de mi casa justo cuando iba a meterme en la ducha, con la toalla enrollada al cuerpo y cual fue mi sorpresa, que era él. De manera ridícula empezaron a temblarme las piernas y a pensar en que vaya pintas debía tener, casi recién levantada de la cama. Abrí la puerta y no hizo falta decir nada..casi ni “hola”. De repente la ducha daba igual y la toalla desapareció de mi cuerpo. Solo esa situación ya me parecía excitante, una de mis fantasías eróticas era abrirle la puerta desnuda y ahí estaba yo…desnuda delante de él. Sus manos y su boca empezaron a recorrer mi cuerpo y los dos nos mirábamos excitados.
Sin decirnos nada, le quité la ropa, le lleve a la cama y me senté encima suya…fue algo brutal, estábamos los dos como locos. Antes de que nos corriéramos el se apartó de mi, empezó a besarme el pecho, el ombligo..ummmm, su lengua y sus dedos empezaron a quemarme hasta que terminé jadeando de placer. Luego fui yo la que le complací a él, y estaba tan excitado que fue prácticamente rozarle con mi boca … para que se corriera.
Nos quedamos los dos tumbados en la cama y ahí fue donde nos dijimos las primeras palabras: “¿nos teníamos ganas eh?, ¿nos fumamos un cigarro?”.
Y volvimos a hacerlo de nuevo.

Ejemplo de PASIÓN, sentimiento que supera las barreras de la lógica y del sentido, pero ¡¡que rico!!!

LaPerla

«Nada más abrirme la puerta, me saludó con un beso, de esos ansiosos, casi violentos, que hace que pierdas el aliento. Su mirada recorría todo mi cuerpo, y me dijo “Que guapa estás”. Nos pusimos al día y nos tomamos una cerveza mientras fumábamos y nos reíamos de la última anéctota que nos había sucedido aquella semana. Nuestras miradas se cruzaban con intensidad y delataban las ganas que teníamos de vernos. Había una corriente electrizante entre nosotros, que hacía evidente que aquella conversación no iba a durar mucho, que íbamos a empezar a comunicarnos de otra manera.
Él llevaba puestos solo unos pantalones, no llevaba camiseta y eso me ponía nerviosa. Me levanté a vaciar el cenicero y él me cogió de la cintura por detrás y empezó a besarme el cuello. Pufff, se me quitaron las ganas de hablar y me di la vuelta para buscar su boca. Sus manos me quitaron la ropa apresuradamente, y empezaron a recorrer todo mi cuerpo de manera ansiosa, pero delicada y dulce. Nos fuimos al baño y mientras nos besábamos nos metimos en la ducha. Diosss, fue uno de esos momentos en los que piensas “que todo salga bien, esta ha sido una de mis fantasías eróticas de toda la vida!!”, además alguna vez ya habíamos hablado de hacerlo en la ducha y jugar a enjabonarnos despacio disfrutando de nuestros cuerpos mojados. Fue un momento super divertido a la vez que placentero, nos costó regular la temperatura del agua de la ducha y buscar posiciones cómodas para ámbos (lo de las pelis… no es tan fácil), pero me pareció muy excitante. Empezó a enjabonarme y a acariciarme el cuello, los brazos… se detuvo en mis pezones que acariciaba y mordisqueaba a la vez. Siguió por la cadera, el ombligo, el culo..ummmm, sus manos empezaron a jugar con mi clítoris y yo solo podía morderle y apretar mis caderas a las suyas. Estaba tan excitada que empecé a gemir y a masturbarle con la mano… estaba resbaladizo y suave. Mientras el agua seguía cayendo sobre nosotros, me arrodille para lamerle, chuparle, morderle…mientras él me acariciaba la cabeza y gemía de placer. Nos corrimos en la ducha.
Después, fresquitos y relajados, seguimos experimentando en la cama, lugar donde no hizo falta decir nada, con mirarnos… fue suficiente.»

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO…
«Quedamos en el bar de siempre. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos y yo pensaba que no había peligro en que nos viéramos, que había pasado el tiempo suficiente como para que pudiéramos tomar unas cervezas sin que sucediera nada más.
Nos vimos y nos sentamos en una de esas mesas altas con taburetes, yo llevaba un vestido verde.
Empezamos a hablar y a ponernos al día de nuestras cosas, de nuestra vida..pero tras un par de cervezas, empezamos a rozarnos, a tocarnos, a hablarnos al oído. Puffff, se dispararon todas las alarmas, era el momento de decidir si parar o seguir jugando. Yo decidí que me apetecía, cada vez el juego me estaba gustando más.
Sus manos empezaron a tocarme las piernas y sus labios a rozarme el cuello. Empezamos a besarnos sin que nos importara la gente y comenzamos a tocarnos por debajo de la mesa…cada vez estábamos mas excitados.
Yo me levanté del taburete y me puse de espaldas a él, apoyando mi espalda en su pecho, entre sus piernas. Él empezó a acariciarme el culo y yo notaba como su respiración cada vez era más agitada y como poco a poco me iba subiendo la falda por detrás. Que subidón!!! En ese momento no podía pensar, solo podía sentir como me tocaba y como intentaba meter su mano por mis bragas. Sus dedos empezaron a moverse y a acariciarme el clítoris, estaba tan excitada que hubiera podido correrme en ese momento.
Me di la vuelta para colocarme de frente a él y empecé a besarle y a acariciarle por debajo de la ropa. Le daba mordiscos por el cuello y las orejas y con mi lengua recorría sus labios…
Mis manos se pararon en su bragueta y empecé a desabrocharle el pantalón, para poder acariciarle mejor. Metí la mano por sus calzoncillos..ummmmm y empecé a moverla despacio de abajo a arriba mientras él intentaba tocarme los pechos por el escote del vestido. Me di cuenta de que había una pareja que nos miraba, pero eso en vez de cortarnos hizo que nos excitáramos aún más. Seguía moviendo mi mano dentro de su pantalón y yo sabia que le estaba gustando, que en cualquier momento no iba a poder controlar más, que íbamos a perder el control en aquel bar, lleno de gente…
De repente el me paró la mano, se acercó más a mi y me dijo: “Vámonos”.
Salimos del bar como pudimos y no nos dio tiempo a llegar a casa, terminamos en un banco de un parque, lo que habíamos empezado en el bar de siempre.»